Con nombre de valle californiano vitivinícola, Sonoma Bistro es un lugar de ambiente sofisticado, en el cual destaca el azul del tapizado de grandes sofás que contrasta con el blanco de las sillas y el marrón de las paredes y techos. Buena cocina ligera a cargo del chef peruano Diego Ibañez, la cual pudimos disfrutar una noche en compañía de amigos chefs, habitués del lugar ubicado en Piantini. Acudimos después de una fatal y olvidable presentación de un libro de cocina dominicana, de manera que necesitábamos algo que nos levantara el alicaído ánimo gastronómico.
Como en otras ocasiones decidimos pedir platos para compartir, con la idea de probar la más variada oferta del local. Tuna tartar, Fantasía de berenjenas y Crab cake fueron los entrantes. Bien sazonado el pescado y a punto de cocción en limón, delicado y sutil el cangrejo servido en pequeñas torres gemelas. Las berenjenas dominicanas son de excelente calidad y permiten variadas preparaciones y técnicas; cada restaurante tiene su especial forma de prepararlas, de manera que si no quedan bien es un pecado culinario. En este caso cumplieron con la espectativa y la fantasía fue lograda.
Como platos de fondo pedimos Ravioles de osobuco, Churrasco Angus y Tagliata di manzo. Bien los churrascos a punto, con su salsa de chimichurri a la argentina, un poco fino el perejil para nuestro gusto, pero combinaban muy bien con el puré de yuca y papas bebes horneadas servidas como guarnición. Por su parte, la tagliata destacó por lo tierno de la carne de ternera y por el aceto balsámico utilizado. Los ravioles son una nueva especialidad de la casa y sorprenden tanto por la textura de la masa como por el sabor del relleno, pero además el plato sube notablemente de categoría al servir el mozo la salsa de hongos caliente una vez puesto el plato en la mesa.
Acompañamos con un vino espumante Prosecco Maschi Rose de la región del Veneto. Nos sirvieron de postre una tarta de coco con helado de vainilla, que bien cumplió con su cometido de cerrar la noche con un toque de dulzor y así quitarnos lo amargo del lanzamiento del cacareado libro de marras.
Bien por Sonoma y el chef Ibañez, así como por el esfuerzo de sus dueños para mantener y desarrollar un concepto gastronómico distinguido pero de grata informalidad, donde los pequeños detalles en el servicio hacen la diferencia.
Gourmand taino
