Qué se cuece?

June 21, 2014 at 3:43 pm

La Cocina y la Paz en Colombia

La culinaria es una disciplina muy versátil, más cuando se combina con iniciativas que aportan a la sociedad.  Experiencias de reinserción social a través de la cocina las hay varias y en diferentes partes del mundo, pero quizás ninguna como la que realiza en Colombia el chef Juan Manuel Barrientos, que decidido a aportar para que la paz se instaure en su país, lo hace desde fogones y calderos, capacitando a ex combatientes de lado y lado.  Reproducimos aquí el artículo publicado por el periódico El País y el sitio web entornointeligente.com.

En su cocina trabajan hombro a hombro un ex guerrillero y un ex soldado. No teme decirlo, porque Juan Manuel Barrientos es un convencido de que todo colombiano tiene que hacer lo que esté en sus manos para contribuir a la paz del país, sin esperar que sean los políticos quienes lo dicten.

A través de su fundación El Cielo Para Todos, capacita en cocina a ex combatientes de las FARC y el ELN, a ex soldados heridos o mutilados en cumplimiento de su deber; a indígenas que han sufrido en carne propia el conflicto.

Ha recibido premios y reconocimientos internacionales por su iniciativa, que consiste en unir y sanar a través de la cocina. Ha sido testigo de impactantes momentos de reconciliación y perdón gracias a la labor de su Fundación.

Por eso Juan Manuel Barrientos no es solo otro chef, es quizá la figura más interesante del panorama gastronómico actual en Colombia, no solo por su compromiso social sino porque fue el primero que aquí se atrevió a hacer cocina tecnoemocional, cocina de laboratorio, al mejor estilo de los más vanguardistas chefs del mundo.

“Hago cocina moderna colombiana”, explica. Pero lo suyo no es un menú fijo e inamovible, sino un menú de degustación que cambia cada dos meses.

Pandeyuca de albahaca, helado de ají con queso costeño y panacota de almojábana son el tipo de inventos que plantea a sus comensales del restaurante El Cielo, en Bogotá y Medellín.

Y qué decir de la sopa donde quiso capturar la experiencia de comer arepa y mazorca en carretera. O la sopa de cebolla con rocas micro de chocolate blanco que contrasta frío y calor, cremoso y crocante, dulce y salado.

La irreverencia y la creatividad que brota por sus poros está sustentada en bases sólidas de técnica, no en caprichos. Y es solo eso lo que hace que sus restaurantes no se hayan quedado en una moda pasajera, sino que hayan permanecido en el tiempo como una opción sólida y rentable.

Como un caleño más Este paisa al que han llamado “El Juanes de la gastronomía”, se confiesa un enamorado de Cali. “Siempre que me invitan, voy. Me encanta su clima, la amabilidad y la alegría de la gente. Voy unas tres veces al año y me encanta la morcilla de hierbas de La Alameda y el arrechón”, dice.

Se extiende en elogios para “el restaurante del Club Colombia, El Falso Olivo, Kiva, el aborrajado con lulada, los desayunos de Sonia Serna en Saboriarte, en fin, disfruto cantidades Cali y me siento siempre como en mi propia casa”.

Pero más allá de las palabras, su cariño por la gastronomía caleña es tal que a 30.000 de sus clientes en el restaurante El Cielo les regaló una maceta de ahijados de San Antonio (costumbre que tiene en el pueblo de San Antonio para celebrar el día del ahijado/nota de la redacción)

“Me encanta esta tradición de las macetas, les explicaba a los clientes en qué consistía y a todos les fascinaba, hay que difundir nuestras cosas positivas, enamorarnos de nuestras tradiciones y jamás dejarlas caer en el olvido”, explica.

Fuentes : www.entornointeligente.com/ El País