Qué se cuece?

August 29, 2014 at 2:35 pm

Cocina dominicana en Buenos Aires

En un ambiente cálido y colorido, El Restobar Caribe ofrece cocina dominicana combinada con recetas locales.

La escena pasa una tarde cualquiera en una ca­lle del Abasto. Un taxis­ta dominicano cuenta las cosas que extraña de su tie­rra. Habla del mar, de la familia y de la comida. En algún momento, surge la curiosidad por conocer cómo son los platos de la isla.

“Seguro que aquí debe de ha­ber buenos restaurantes domini­canos”, le digo. “Sí, hay uno bue­no en Flores. No mucho más”, me contesta.

La dirección que da el taxista es errónea. Hay que preguntar una, dos, tres veces hasta llegar a la esquina de Bogotá y Fray Ca­yetano, a unas cuadras de la pla­za de Flores. El restobar El Caribe no tiene dema­siadas cosas: mesas de hierro, unas cortinas ver­des y otras rojas, un piza­rrón con palmeras y pre­cios dibujados. Y Mauri Pérez detrás del mostra­dor. Es tímido (está casi escondido detrás de una gorra de béisbol), tiene pelo corto y unos veinti­pocos años.

El hombre es de La Vega, una provincia ubica­da en el centro del país. Allá tenía un pequeño kiosco y decidió visitar la Argentina aprovechando los ahorros y la juventud. Y con el tiempo de­cidió quedarse; allá dejó dos her­manos y sus padres, que por aho­ra no pudieron visitarlo. “De allá se extraña todo –dice– pero prin­cipalmente la co­mida y la playa. Aunque acá co­cinamos domini­cano, los condi­mentos nunca son exactamente iguales que en la isla. Vine como una aventura y me ter­miné quedando.”

Una mezcla deliciosa

Quizá como una forma de conquistar al público local, la carta combina los sabores domi­nicanos con los locales, como bi­fes a la criolla, milanesas y sán­guches a precios populares. Pero claro que la mayoría va a buscar otra cosa, otros platos. Los que extrañan el taxista y la comuni­dad dominicana que vive en Bue­nos Aires.

En Dominicana hay un clási­co –como muchos otros platos de su gastronomía– para acompañar con la cerveza y la fiesta: el pica pollo. Se hace en las casas y se sir­ve en los bares. Mauri trae un plato cuadrado con piezas de pollo frito, condimentado con limón, cebo­lla, orégano, sal, pimienta y apana­do. Todo acompañado por tosto­nes (plátano). Hay tanta diferencia entre este pollo y el de cualquier cadena: es crujiente y “con mucho sazón”, como dice el mozo.

Otra de las opciones son car­ne guisada, arroz con frijoles y el famoso mofongo, un plato que se hace con plátano verde frito ma­chacado en un pilón, con caldo, verduras y mariscos. En algunas zonas de Puerto Rico, le ponen ternera, cerdo o pollo.

Desde el bar se ve una esca­lera que da a un sótano. Cuando avanza la noche, comienza a so­nar la bachata, ese ritmo que na­ció en las zonas rurales de Domi­nicana. Esa música que Juan Luis Guerra desparramó por el mundo y ahora Romeo Santos le da una vuelta de tuerca romántica. “Si te invito una copa y me acerco a tu boca. Si te robo un besito, a ver te enojas conmigo…” se escucha al autoproclamado rey del género.

“Aveces, se extraña fuerte el país”, dice Mauri. Deja por un rato la barra y se va a bailar, mientras la bola de luces pinta el suelo de colores.

Fuente: Diarioz